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domingo, 21 de noviembre de 2010

Arrebato

                               


Por mirarme tus ojos me miraban
lanzando sus pupilas negras fuego;
ellos, tus lindos ojos, tan de fijo,
que abrieron en mis carnes el deseo.

Yo quise con los míos desnudarte
y verte totalmente limpia y pura,
tersa la piel y el corazón sangrante,
y hacer clara mi noche, en vez de oscura.

 Qué loco afán y loco frenesí:
 mi solo corazón, también herido,
 en un instante quiso ver en ti
las imágenes de Eva y de Cupido.

Lentamente, con ardor y ternura,
rota la rigidez que lo envolvía,
quise ir cogiendo el mar de tu cintura,
esclava ya tu boca de la mía.

Empero sin saber qué es un poeta
te fuiste tan fugitiva y confusa,
que no viste las ansias de un esteta
buscar amor bajo la luz difusa.